Luis Freg Castro “Don Valor” (II)
Alberto Santos Flores.
“Ve por un sacerdote le dijo a su mozo de estoques; porque cuando entre a la enfermería después de matar al toro, voy a estar gravísimo”. ¡De ese temple era Luis Freg!
Se cuenta que durante la corrida efectuada el 23 de septiembre de 1923 en Madrid, pronunció estas palabras después de que el toro “Pescador”, de la ganadería de los Herederos de Esteban Hernández, lo hirió de suma gravedad en el tórax, con rotura de la pleura. Sin embargo, permaneció en el ruedo hasta que mató al toro. El cual le infirió otra cornada en el muslo izquierdo al momento de entrar a matar. Los doctores creían que se moría. Duró dos meses en el sanatorio. Uno de los doctores que le atendió le decía ¿De que estás hecho tú que no sientes como los demás?... ¡De ese temple era Luis Freg!
Por esos años (1921 a 1923) encabeza el escalafón taurino dentro de las actuaciones de los toreros aztecas en la península, por ser el que torea más. Poco a poco y cada vez más mermado de sus facultades físicas, como consecuencia principalmente de la gran cantidad de heridas que le infligieron los toros. Fue quedando relegado a los puestos más discretos de la baraja taurina del momento, hasta el punto de que su nombre desapareció de los carteles de las principales ferias de las ciudades españolas.
En 1929 toreó una sola corrida en Barcelona el 11 de agosto con toros portugueses de Armando de Palha, al dar la segunda verónica al primero de la tarde fue cogido y arrojado dentro del callejón con una cornada impresionante en la pierna derecha que le abrió el muslo en canal. La herida fue de 60 centímetros de extensión por 10 de profundidad. Al día siguiente se le declaró gangrena, milagrosamente salvó la vida sin que hubiera necesidad de amputarle la pierna. Durante varios meses tuvo que soportar el dolor de las curaciones para su rehabilitación. Intentó reaparecer en la península ibérica en 1931, aunque sólo fue para anunciar su retirada eminente del toreo y despedirse de la afición española, toreó durante aquella campaña tres corridas en suelo francés y tres en Barcelona, en una de éstas alternó con El Maestro de Saltillo Fermín Espinoza Saucedo “Armillita” el 31 de mayo de 1931.
A partir de la siguiente temporada decide concentrar sus actuaciones en territorio latinoamericano, y en 1932 torea en México y amplía su campaña a Sudamérica. En Perú es muy bien recibido particularmente en Lima en donde un 25 de diciembre en la vieja plaza de Acho, levantado en el siglo XVIII (una de las más antiguas del mundo a la par de la de Sevilla; construida por el virrey Amat en 1766 en tiempos de Carlos III de España) brinda una de sus faenas al polémico y valiente Presidente de la República Luis M. Sánchez Cerro, que había ganado las elecciones en octubre del año anterior, que se caracterizaba según sus biógrafos por su temperamento vigoroso, que gustaba de los espectáculos fuertes y que como buen peruano no se podía sustraer de la máscula, fiesta de la gracia y del arrojo: las corridas de toros. Como amante del riesgo le entusiasma la exhibición de los diestros que exponen la vida frente a las astas de la bestia que acomete en busca de su presa. Una vez terminada la faena y muerto el toro, impresionado por los pases escalofriantes del torero mexicano, sobre todo el pase de la muerte, el jefe de estado admira todo lo que sea hazaña y aplaude todo lo que sea proeza por lo mismo no es raro que se dejara ganar por el entusiasmo y que enviara una tarjeta congratulatoria al matador que ha desafiado y vencido los peligros de la lidia. Continua diciendo su biógrafo, ¡De hombre a hombre, el peruano y el azteca, tienen en común el macabro contacto con la muerte, la política también da cornadas, y el 30 de abril de 1933 el soldado de Arequipa fue asesinado.
Sobre el pase de la muerte; Luis Freg le imprimía un sello muy personal, pues lo ejecutaba en los medios del ruedo plantado en la arena, citando al toro de lejos para torearlo por alto, permaneciendo inmóvil como una estatua y aguantando las potentes embestidas de los toros, pues con ese pase iniciaba sus faenas. Tan dramáticos eran esos momentos que el propio Ernest Hemingway incluye dos fotografías de este torero en su libro “Muerte en la Tarde”, (1932), una mostrando el pase antes mencionado y otra mostrando al torero postrado en la cama de un hospital. Con un comentario del escritor al pie de las fotografías que dice: el principio y el final de la faena.
El destino le tenía preparada una sorpresa: era amigo de un modesto novillero de nombre Ignacio González “Armilla IV” quien lo invitó para que toreara con él un festejo mixto en Ciudad del Carmen, Campeche, pues el muchacho gozaba ahí de mucha simpatía. Tenía muy buen cartel y podría ganar muy buen dinero. Luis se resistía, pero tanto insistió el novillero que logró convencerlo. Se celebró el festejo el 4 de noviembre de 1934, tuvieron un gran éxito y permanecieron algunos días más pues se iba a repetir la corrida.
Agasajados por los porteños, el 10 de noviembre se organizó una gira campestre al lado opuesto de la laguna, con muchachas, pescadores, cantantes, cazadores, anfitriones e invitados ocuparon dos lanchas, con el objeto de trasladarse a la Hacienda conocida con el nombre de “La Manigua” que se encuentra en la Isla de Carmen, aproximadamente a tres kilómetros de la ciudad del mismo nombre. Después de haber pasado alegremente el día en aquella finca, los excursionistas emprenden el regreso a las 7 de la noche en las mismas lanchas, una de las cuales remolcaba a la otra, por desgracia la corriente era muy fuerte en esos momentos y las embarcaciones zarandeadas por el oleaje acabaron por voltearse hasta quedar con las quillas al aire. En el momento que las lanchas zozobraron reinaba una oscuridad intensa y esta circunstancia hizo que nadie de las personas que estaban en tierra o de las embarcaciones que surcaban las aguas cercanas al puerto se diera cuenta del naufragio, por esta razón no fue posible a prestarles ayuda con la rapidez que el caso ameritaba. Uno de los náufragos que logró salvar su vida nadando durante dos horas y media dijo que había visto como un tiburón atacaba a Luis Freg cuando trataba de salvar a una de las compañeras de viaje, su corazón noble y su valentía se manifestaron hasta el último momento. Poco después se encontraron en la playa fragmentos del cuerpo del torero que fueron reconocidos por las cicatrices de las cornadas. El novillero “Armilla IV” también murió. Freg víctima del destino, quien fuera un gran nadador encontró la muerte entre las olas del mar; así terminó la vida del torero más castigado por los toros, el que volvió tantas veces de la muerte .
Fechas relevantes: Nace el 21 de junio de 1890 en la ciudad de México. La primera alternativa fue en la Plaza “El Toreo” el 23 de octubre de 1910 en la ciudad de México. La segunda alternativa fue en Alcalá de Henares 25 de agosto de 1911. La tercera alternativa en la ciudad de Almería el 3 de septiembre de 1911. La confirmación el 24 de septiembre de 1911. Fue el primer torero mexicano que se encerró a matar seis toros el 26 de febrero de 1911, primer torero mexicano que cortó un rabo en España el 26 de junio de 1914, primer torero en utilizar un aeroplano para cumplir con una corrida el seis de junio de 1918. Actuó la tarde en que se utilizó por primera vez en México el peto en defensa de los caballos que se utilizan en la suerte de varas el 12 de octubre de 1930 en la plaza El Toreo de la Colonia Condesa, (alternando con Pepe Ortiz y el Catalán Gil Tovar); sufrió de los toros más de 100 percances, recibió más de 60 cornadas, en cuatro ocasiones lo sacramentaron en la misma plaza. Destino caprichoso el de este torero tan temerario que perdiera la vida en una alegre excursión después de haber hecho hasta lo imposible porque lo matara un toro.
Una mañana del 12 de julio de 1914, Miguel Freg se levantó llorando de su cama y se acercó a la de su hermano Alfredo, pues ambos vivían en el mismo cuarto de una fonda ubicada en la calle de Jardines número 15 en Madrid. Alfredo que dormitaba aún se incorporó sobresaltado al ver que Miguel lloraba -¿Qué te sucede hermanito?- le dijo Miguel, se serenó un poco y contó la causa de su espanto, había soñado que un toro de color castaño que él había visto en los corrales de la plaza de Madrid el día anterior, le daba una cornada terrible de la cual fallecía a los pocos momentos, –una pesadilla, dijo Alfredo. -Si, le contesta Miguel que bien pude ser un aviso o un presentimiento. Tenía contratada la fecha para ese día en la plaza de Madrid.
Alfredo procuró distraer a su hermano sin resultado, Miguel no quiso desayunar aquella mañana, podía leerse en su semblante que la muerte se cebaba en él como acariciando a su próxima presa. Los dos hermanos se prestaban a salir cuando oyeron unos gritos espantosos, abrieron el balcón para asomarse y lo que vieron los dejó impresionados pues una mujer corría desesperadamente por la calle de Jardines dando espantosos alaridos, era una bola de fuego, era una mujer decepcionada que había echado petróleo a su ropa prendiéndose con un cerillo, era una suicida. Miguel ya no tuvo la menor duda que algo le iba a suceder en por la tarde en la plaza de toros. -¿Ya lo ves..? -No hombre son coincidencias, le calma el hermano. Siguieron su camino cuando se les acercó alguien y les contó que hacia media hora en el festejo celebrado en la mañana, uno de los aficionados no pudo matar su becerro y lo auxilio el torero “Regaterin”, quien tomó la espada para descabellarlo, pero el animal dio un derrote, saltó la espada y fue a clavársele a un espectador quien murió instantáneamente. Miguel insiste ¿Ya lo ves? Son muchas coincidencias primero el sueño, luego la mujer suicida, después la tragedia de esa misma mañana. Estaba seguro que algo le pasaría esa tarde.
Salta a la arena el segundo toro de la Ganadería de Contreras, con la capa recibe una estruendosa ovación, con la muleta trasteó valientemente da un pinchazo hondo, luego unos muletazos más, y se arranca a matar en la zona de toriles que es donde pesan más los toros, se disponía a entrar a matar cuando el toro le hizo un extraño, se le arranca en forma intempestiva quiso reponerse sin conseguirlo por lo que fue alcanzado por el de Contreras, prendiéndole por el pecho y luego uno de sus furiosos derrotes le dio en el cuello, el doctor que lo revisa no se da cuenta de la gravedad del herido dando instrucciones para que se recupere en su domicilio.
Cuando Miguel volvió en si le dijo a su mozo de estoques que buscara al doctor. Cuando éste llegó Miguel agonizaba, murió a los 35 minutos de su ingreso a la enfermería. La madrugada del 15 de julio, tres días después de la muerte trágica del gran torero, la ambulancia de la sexta comisaria de la ciudad de México recogió en unos prados de la Alameda, el cadáver de una guapa mujer de nombre Inés Olmos, quien se había suicidado pegándose un tiro en la sien derecha. Al registrar el cadáver encontraron cartas y retratos de Miguel Freg, en una de las cuales recomendaba que los retratos de su amado, por los que había vivido y por el que moría al saber su trágico fin, fueran enterrados con ella.
Bibliografía: Las Cornadas (Ignacio Solares y Jaime Rojas P.), Dinastía de Valientes (Guillermo Salas P) Larga Cordobesa (El subí). A los Toros (El Siglo de Torreón) Emilio Chapa (Archivo personal)
|